Turning red (2022) — Un viaje entretenido, peludo y emocional

Tal como dice la protagonista de “Turning Red”: «todos poseen un lado extraño, alocado y estruendoso que permanece escondido el interior de cada uno, pero que desea salir a luz alguna vez», y definitivamente esa es la faceta que mejor describe a esta nueva obra de Pixar, explorando el tema de la pubertad desde un tono sumamente divertido, pero manteniendo ese toque fantástico y emocional que ha caracterizado a los filmes de este estudio desde sus inicios.

La historia trata de Meilin Lee una niña china-canadiense de 13 años cuya vida, dividida entre las expectativas de su estricta madre y sus deseos personales compartidos por sus amigas, se ve sacudida por los primeros indicios de la pubertad, personificados en el hecho de que se transforma en un gran panda rojo cada vez que se sobre exalta.

No hay duda de que una de las primeras cosas que llaman la atención de la película es su tono más alocado y, hasta cierto punto, frenético en comparación con otras cintas del repertorio de Pixar, hecho que en realidad no es negativo; por el contrario, hace que el efecto cómico y el avance de la trama sea más acertado, dentro de lo cual me gustaría resaltar dos aspectos: Por un lado, la animación se permite ser más caricaturesca pues aquí vemos estrellas, corazones y signos de dólar en los ojos de los personajes, movimientos más pausados y/o veloces por parte de los mismos, chorros de sudor emanar de sus frentes como si nada, incluso se ve a algunos personajes poner cara de «:3«, consiguiendo un estilo más exagerado, inspirado, de acuerdo a la directora del filme, en el anime ; sin embargo, no descuida pequeños detalles que hacen de la animación sumamente realista. A estas alturas no bastaría ningún adjetivo para describir la calidad que este apartado ha alcanzado dentro de los filmes de Pixar, solo basta con ver cualquier platillo de comida dentro de la película que nos ocupa hoy para presenciar cuan detallada es la animación (casi podría jurar que esas manzanas en el templo son reales).

El realismo y la exageración convergen sin problemas, aspecto que se debe principalmente a la diseñadora de producción Rona Liu y a la directora Domee Shi, las cuales ya habían trabajado juntas en Bao (2018) cortometraje que nos da atisbos de Turning Red . Por otro lado, la cuestión frenética que también recae en la película genera un ritmo bastante acelerado, tanto en la narración como en el montaje (aunque este último varía apropiadamente a lo largo de la película); desde el inicio siempre ocurre un hecho que desencadena el avance de la trama o nos da información sobre los personajes, brindando un gran dinamismo. Si bien el elemento que da forma al conflicto externo de Mei-Mei tarda un poco en llegar, aproximadamente a los 35 minutos (esto es, el hecho de que las chicas quieran ir al concierto de 4*Town), no supone algún problema, específicamente por por dos razones: la primera, el arco de Mei-Mei con su madre y amigas, así como despertar con nuevos gustos y, que se transforman en el panda rojo; la segunda, todo esto se nos muestra de manera ágil, apoyada por la animación, pero dando espacio a momentos relajados entre los personajes que no pierden oportunidad de agregar algo a la historia.

Aunque, dicho sea de paso, la subtrama de la realización del ritual pudo ofrecer más en cuanto a las relaciones de los personajes; mientras Mei-Mei se muestra más pasiva en ella (y con razón, pues está ocupada en la trama principal sobre ir al concierto, en la que en un punto el ritual se vuelve apropiadamente un obstáculo) el personaje de Ming y la abuela se ven un poco afectadas pues su relación se plantea como conflictiva, pero no se explora tan profundamente más allá de unos cuantos diálogos y una cicatriz(siendo este el detalle más llamativo de ello), lo que supone un problema para Ming pues es el aspecto que cimenta su forma de ser y su relación con Mei-Mei ; no obstante, la dinámica entre estas dos es lo que verdaderamente brilla al ser lo que sustenta el conflicto de ambas y, por consiguiente, sus arcos de personaje. Esto es algo que la directora ha comentado está muy influenciado por experiencias personales, demostrando una cercanía con su protagonista que el espectador también puede compartir.

Respecto al elefante en la habitación, la cinta no evade la comparativa del panda rojo con la menstruación, haciéndola más que explicita, lo cual nos vuelve a demostrar que los proyectos de Pixar son capaces de abordar ideas que pueden resultar incómodas o complicadas de una forma amena para niños y adultos, como fue el caso del sentido de la vida en Soul o las figuras paternas en Onward, ambas del 2020; en este caso, la entrada a la adolescencia desde el punto de vista de una niña y todas las implicaciones que eso conlleva, pero con una espontaneidad divertida que permite a Domee Shi explorar el tema que nos quiere presentar, al que describe como “pubertad mágica” en el documental “Abrazando al panda: Detrás de Red” (2022), el cual se podría resumir en la simple palabra “aceptación”, aceptación sobre los cambios que se experimentan al crecer y que permite ser fiel con uno mismo (esto desde la perspectiva de una hija), y aceptación sobre los demás, confiando en que los seres queridos más allegados vivirán su vida lo mejor posible, a pesar de diferir en ciertos aspectos (esto desde la perspectiva de una madre). Esta aproximación por parte de la directora permite no solo que cualquiera se pueda identificar con la historia, sino también una reacción emocional genuina hacia el filme que ya se veía desde su cortometraje Bao, metraje que no solo le hizo ganar a la directora el Oscar a «Mejor Cortometraje Animado» en el 2019, sino que anticiparía elementos que también están presentes en el relato del panda rojo, como lo pueden ser la representación de la cultura china (destacando su comida), las relaciones entre padres e hijos, el choque que se produce en ambos, incluso el que ambas películas se sitúen en Toronto. Las similitudes están ahí y cuando averiguamos lo que motiva a la directora a acercarse a ellos nos damos cuenta de que existe una visión muy particular en estos escasos dos proyectos; puntos como su propia relación con su madre y el haber crecido en Estados Unidos junto a padres inmigrantes son solo algunos, pero desde ya nos revelan cuan personales son para la directora china-canadiense.

Dan Scanlon, guionista y director de Onward (2020) así como productor ejecutivo de Turning Red, declaró algo muy llamativo en la serie documental “Por dentro de Pixar”(2020) : “Como cineasta tienes que estar dispuesto a pensar en cosas que son incómodas, o que te asustan, o en las que no quieres pensar, porque son verdaderas y reales”, algo que indudablemente se aplica para esta película; Domee Shi trató un tema que sin bien puede resultar incomodo, nada menos que la pubertad (aunque con pandas rojos involucrados), lo hizo de una forma personal, incorporando la esencia de su propia vida, que nos invita a ser honestos con nosotros mismos y los demás respecto a las personas que queremos ser.

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