El Silencio (Tystnaden, 1963) de Ingmar Bergman.

Para concluir con la serie de reseñas sobre la obra de Bergman, tenemos en esta ocasión, el final de la trilogía del Silencio, en este caso, la película que le da nombre a esta serie de filmes que comparten temas tales como la espiritualidad, el erotismo, el deseo y la psicosis.A comparación de las previas cintas (Såsom i en spegel y Nattvardsgästerna) en El Silencio nos encontramos algo distinto, la producción es más grande, tenemos varios elementos dentro del montaje, más escenarios, con más detalles e incluso más personajes secundarios. Asimismo, la historia de Tystnaden no comparte la problemática del significado de Dios, esto ya quedo muy atrás, aquí el silencio de Dios que mencionábamos con las previas cintas ya no es algo de lo que se hable. Pero sigue existiendo, el silencio de Dios se ve representado, probablemente, en la falta de comunicación de los personajes con los que nos encontramos.

Tystnaden, no solo trata de problemas filosóficos como Nattvardgästerna, es más similar a la primera Såsom i en spegel e incluso se asemeja a Persona, obra que se hizo tres años después. Los temas centrales de esta narrativa son el deseo, el erotismo, el sexo. Representado por dualidades contrastantes pero necesarias, en el caso de lo sensual tenemos a Anna, una mujer muy segura de sí misma, quien tiene a un hijo llamado Johan. Y una hermana, la cual tiene una enfermedad, que después conocemos es histeria, que repele el sexo y tiene comentarios fuertes a lo que yace en él. Pero no solo eso, al igual que en Såsom i en spegel, las relaciones incestuosas son un tema que aunque no explícito en este caso, son claramente visibles. Y no solo entre las hermanas, sino entre el mismo Johan y Anna.

La película comienza con las hermanas y el niño yendo hacia casa en un tren; sin embargo, su trayecto se ve interrumpido porque Esther se siente demasiado cansada para continuar. Es así como deciden hospedarse en un hotel del pueblo al que llegan, Timoka, el cual tiene un lenguaje desconocido inclusive para Esther cuya profesión es la de ser traductora de textos. Dentro del hotel ya, podemos entender poco a poco la relación familiar, Anna no tiene ningun problema con desnudarse frente a su hijo e incluso le invita a lavarle la espalda al estar en la tina; el deseo es claro. Sucede lo mismo con Esther, que a pesar de que no pueda estar mucho fuera de cama, la masturbación es una opción si se ve tentada con las imágenes que su hermana proyecta; pero esta opción le repugna igual.

Dentro del hotel también se encuentran otros personajes, un grupo de españoles con enanismo que trabajan en un show, y un hombre de avanzada edad que parece ser el único botones del lugar y el cual podría ser lo más parecido que tiene Esther a un amigo.

Anna, a comparación de su hermana, decide salir al pueblo. En una ida hacia el cine se encuentra con una pareja con la que decide tener relaciones sexuales sin cuidado alguno. Anna, sorprendida, pero también con euforia, sale del lugar y se dirige a un bar. Ahí conoce a un hombre con el cual después descubrimos tuvieron sexo, y esto pone bastante celosa y molesta a Esther. Poco después Anna se encuentra con el mismo hombre, y Esther toca a su puerta, la primera apaga las luces de su cuarto y deja entrar a su hermana solo para, al cruzar el portal, prender las luces de la habitación y ser vista por su hermana encima del hombre. Esther se siente incómoda, incluso humillada, no puede mirar a su hermana, pero aun en ese escenario, una discusión se origina: Anna explaya el odio que tiene hacia su hermana, muestra desdén hacia sus principios y su egoísmo, el como se hace ver más importante y que por ello,explica, alguna vez la idolatraba, pero nunca se sentía bien consigo mismo. Cree que Esther toda su vida la ha odiado, y ahora ella lo hace igual, solo quiere que muera.

A la mañana siguiente de su discusión, Anna decide salir del hotel junto a Jonah, y Esther se queda con el viejo del hotel. Si la noche anterior ocurrió la catarsis de su hermana, ahora le tocaba la suya. Le comenta al hombre, que a penas y la entiende, sobre sus problemas con el sexo. A manera de una última confesión, describe cómo la repugnan «el tejido erectil» y el olor de los fluidos debido a su olfato fino.

Después de la crisis tanto física como moral de Esther, Johan regresa para despedirse y ella le entrega una carta en este lenguaje extranjero que desconocemos. Él y su madre regresan al tren dejando atrás a su tía. Lee la carta, y parece entenderla, aunque nosotros nunca lo haremos. Anna, por otro lado, se siente aliviada, se deja refrescar por la llovizna que hay fuera, terminando así Tystnaden.

Bergman hace uso de escenas muy simbólicas a lo largo de la película las cuales abren una serie de teorías sobre lo que realmente trata Tystnaden. La trama es menos clara ya que los diálogos que nos puedan explicar las situaciones son reducidos, también nos topamos con el idioma construido por el mismo director que hace del final uno abierto. Jamás sabremos lo que se escribió en esa carta, pues Bergman nunca explicó el lenguaje. Por esta manera podemos entender, de algún modo, que El Silencio de esta cinta, yace en la falta de comprensión y comunicación, dado tanto en esta barrera del lenguaje como en la relación de las protagonistas, una que, gracias al silencio, acabo terminándose.

También están las explicaciones de corte más psicoanalistas, las claras son el complejo de Edipo que Johan tiene por sus figuras maternas y pueden o no ser simbolizadas con el tanque de guerra que se ve a través de la una escena en particular. Pero también podemos comprender a cada uno de ellos, Anna, Esther y Johan, como partes de una misma entidad psíquica. Siendo Esther la dimensión moral, Anna la sexual o libertina, y Johan el Yo pasivo que vive en conflicto, una guerra interna, que puede estar retratada por la visión de Bergman como una externa.

Otros aspectos dentro de Tystnaden son el sonido de un reloj al inicio de la película, se emplea principalmente cuando Esther está por comenzar su crisis. Asimismo, es común el sonido de cuernos que pronuncian un terror interno que está sufriendo la mujer en espera de su muerte.

Al final, podemos entender en Tystnaden que Dios para Bergman, no es únicamente un ser único y abstracto como la figura de Dios Padre, o la Araña-Dios en la que se construye parte de su filosofía, sino que, el Silencio de Dios, es el Silencio de Todos, y somos Todos los que constituyen a Dios.

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