Detrás de escena de la silueta de Gary Oldman como Mank

El 4 de diciembre se estrenó en la plataforma de Streaming Netflix Mank, la más reciente película del reconocido director David Fincher, quien ha sido la mente creadora de largometrajes como Fight Club, Se7en y la Red Social. Protagonizada por el camaleónico Gary Oldman, Mank nos cuenta la historia de Herman Mankiewicz, el hombre encargado de escribir la cinta de culto Ciudadano Kane, dirigida por Orson Welles. 

En Mank, Fincher decide utilizar la misma estructura que en Ciudadano Kane, una historia lineal, pero con varios flashbacks que entretejen la realización de esta obra pionera mientras conocemos el proceso creativo por el que paso Mankiewicz para escribirlo.

Me gustaría hablar de las decisiones estéticas por las que optó Fincher para hacer esta película. La más clara de todas es el estilo en blanco y negro; la cual puede tener dos razones: asemejarse a la obra de Welles, y/o darle ese efecto antiguo que relata eventos de hace casi ya 100 años. Sin importar la razón, algo curioso es que el director no graba en film; sino en digital; una oportunidad desperdiciada a mi parecer, pues durante la edición se agregan elementos como las manchas características que presentan las cintas al momento de proyectarse, cuestión que pudo ahorrarse de haber grabado análogamente desde un inicio. 

La cinematografía; sin embargo, tiene grandes aciertos al intentar igualar a las producciones de mitad del siglo pasado; la utilización de grandes luces a través de ventanas para contrastar la obscuridad de los interiores resulta primoroso; a lo cual se le añade ese enfoque particular de las obras de aquél tiempo en el que todos se veían como retratos finos. Algo realmente agradable es el uso de los títulos entre escenas; representados a partir del estilo de un guion cinematográfico clásico presentando INT/EXT (interior o exterior), el lugar, y la fecha donde transcurre la escena mientras el texto es escrito con los efectos de sonido de una máquina de escribir, y que una vez escrita da saltos de línea de la misma manera.

Por último, pero no menos importante, detalles pequeños como los créditos iniciales o la técnica utilizada de un auto inmóvil frente a una pantalla proyectada para parecer que está recorriendo una carretera, aportan bastante al valor a la producción. 

Ahora bien, la historia de Mank nos relata la vida de este hombre; un ex dramaturgo y crítico que se traspasó al guionismo. Vemos sus mejores momentos siendo parte de un grupo de guionistas y teniendo una decente filmografía tras él; después su caída, gracias al alcoholismo; y su renacimiento, una vez que se le encomienda escribir la nueva película para un joven Orson Welles (Tom Burke) a quien se le ha dado la libertad de producir lo que desea.

Un personaje conglomerado dentro de los círculos de élite de Hollywood, inteligente y creativo; pero arrogante y con cierto complejo de superioridad, Herman es parte de un grupo de guionistas de la productora Paramount; es aquí donde podemos ver que este filme no es tanto una oda, sino una crítica a la industria de aquellos tiempos. Este grupo comienza a improvisar ideas baratas ante un cliente y las venden como si fueran las que le conseguirán el Oscar; este se siente ofendido o al menos indignado, no obstante, para ellos no es la gran cosa. Son, de algún modo, intocables. Pero, no es así como inicia nuestra historia. 

La primera vez que vemos a Mank es en el presente de 1940. Recostado en una cama con su pierna rota causada por un accidente automovilístico, hoy en día, Herman no es más que un hombre caído. En la casa en la que se encuentra, le acompañan una refugiada alemana llamada Fräulien Frieda que trabaja en las labores de la casa; y la cuidadora del dramaturgo, Rita Alexander (Lilly Collins), junto con quien escribe su guion. Mank nos relata cómo llegamos ahí; y esto es clave para la escritura de Ciudadano Kane, pues es a partir de sus experiencias logra realizar esta obra.

En la narrativa no es importante solo la historia detrás del guion, sino el contexto en el que se dio y, claro, la política que le acompaña. Como ejemplo, se presenta una escena entre uno de los grupos de élite al que Mank pertenecía y se da un diálogo sobre un tal Adolf Hitler quien comenzaba a ganar personas hacia su lado; se habla de comunismo, del socialismo, de los ideales para el país estadounidense, de su partido republicano y del lado liberal. Está claro el porqué tuvo su estreno en los tiempos de elecciones en Estados Unidos. 

Resulta que Mank, más que una oda al cine clásico, como algunos críticos la han hecho ver, es más una pieza histórica que provoca la autocrítica y la reflexión, no sólo de la política, sino también de la industria del cine , con hombres que se creen intocables, como Louis B. Mayer, director de Metro-Goldwyn-Mayer (MGM), quien aprovechó el cierre de bancos para recortar el sueldo a sus empleados, y que al igual que Mank es tan imperfecto como, o más, que cualquier otro: llenos de vicios y malas decisiones. Y si Mank, de alguna manera, llega a ser agradable es por el mismo Gary Oldman quien decide darle una gran carga de carisma al personaje. 

Regresando a la representación de la política, el guionista encuentra al antagonista de su vida; y al protagonista de su obra: William Randolph Hearst, un millonario y emblemático periodista quien es la inspiración para Charles Foster Kane. Es un hombre deshonesto y de gran poder en la política que es capaz de escoger a los miembros del gabinete presidencial como si escogiera el cast de una cinta, además de que es amante de la actriz de comedia Marion Davies (Amanda Seyfried), un personaje clamoroso y divertido, que sufre las violencias de los hombres a su alrededor, sin contar que se convierte en la musa de Mank dentro de Ciudadano Kane.

La película tiene una duración de poco más de dos horas, así como un ritmo lento pero bastante agradable; desarrollamos interés por cada uno de los personajes, incluso por aquellos que son secundarios como el hermano menor de Mank, con quien lleva una gran relación. También está la esposa de Herman, Sara, o como le hacen llamar “pobre Sara”; un apodo cruel, que hace reflexionar sobre el porqué seguir con alguien como él para, al final, dar una respuesta, que puede no ser satisfactoria pero con sentido dentro de su narrativa personal. 

Fincher logra traer de vuelta un poco del cine de antes de manera estética, acompañada de grandes actuaciones — decir que Gary Oldman es el mejor actor del filme sería desacreditar por mucho los otros papeles sutiles pero con interpretaciones reales y evocadores que presentan el resto del elenco — y cimentada por una gran producción. Se dice también que Mank es la mejor película del 2020; y contra el pequeño catálogo que se exhibió a lo largo de este año, puede que definitivamente lo sea sin siquiera tener competencia. Claro que esto depende del gusto particular de cada persona, pero no se puede negar la gran investigación que se hizo para realizar este libreto; y la dedicación cinematográfica para presentarnos el Hollywood de la década de los 30. 

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