El Ángel Exterminador (1962) de Luis Buñuel.

El surrealismo es una de las vanguardias más reconocidas en el mundo del arte, especialmente en el aspecto visual; sin embargo, cuando se trata de lo audiovisual, como lo es el cine, son pocas las obras reconocidas como tal. Por esta razón, el día de hoy les traemos la reseña de El Ángel Exterminador, cinta que se puede clasificar dentro de dicha corriente, y está dirigida por la persona que revolucionó el cine con esta nueva perspectiva: Luis Buñuel.

Luis Buñuel es conocido por películas trascendentales como Un chien andalou o Un perro Andaluz y L’âge d’oro o La Edad de Oro — ambas co-escritas con Salvador Dalí — hasta Los Olvidados, Viridiana, Tristana y muchas más. No obstante, El Ángel Exterminador de 1962 es interesante por plantear una crítica directa a la burguesía, pues desenmascara la hipocresía de las personas de la alta sociedad cuando pasan por momentos desagradables que los obligan a lucir sus verdaderos seres: puros y completamente maníacos en todas sus presentaciones.

Relata, pues, como una serie de burgueses de México van hacia la casa de Edmundo y Lucía después de haber asistido a una función de ópera. Pero la película no comienza con las personas de la clase alta , sino con sus sirvientes preparando la comida que sería servida más tarde, pero ahí comienza lo extraño. Sin motivo alguno o razón de ser, la servidumbre sale de la casa, salvo el mayordomo Julio. Pero todos los demás, por distintas razones, una vez terminado sus trabajos, deciden irse antes de que los invitados lleguen.

Al principio las cosas comienzan relativamente normal, todos los invitados platican sobre cosas de sus vidas, poniéndose al día, etc. Pero notamos ciertas peculiaridades en algunos de los personajes, por ejemplo la mujer que tiene patas de gallo en su bolso, o también a La Valkyria, interpretada por Silvia Pinal, que es juzgada por todos los demás, entre otras cosas, por su posible virginidad, además de sus acciones peculiares como lanzar objetos hacia las ventanas. La comunicación entre ellos es incómoda e irreal, sumamente propia y casi robótica. Existen pausas incómodas, no hay interrupciones entre pares, entradas en seco y más.

La fiesta prosigue con Blanca, una virtuosa del piano que recibe los elogios de los asistentes quienes le piden que toque más aunque ella ya se dice estar cansada, pero la noche está por comenzar. Termina cerca de las cinco de la mañana y deben decidir si quedarse o irse. Aunque algunos de los personajes tienen hijos y deben llevarlos a sus escuelas, la duda se incita, y por una extraña razón deciden quedarse a dormir.

Lucía, ya después del sueño, decide dar un desayuno en la sala y no en el comedor, acto que fue interrogado por los visitantes y sin poder obtener una respuesta propia. A este punto otras personas habían decidido irse pero al ver la comida cambiaron de opinión. Dos personas intentan salir de la habitación en la que se encuentran, pero les da una jaqueca, como si chocaran con un muro invisible — o psicológico—.

Dentro de los invitados, un doctor, es quien concluye que ninguno de ellos podrán cruzar más allá de esa sala. A partir de esta conclusión, los personajes de El Ángel Exterminador, comienzan a sufrir de sed, de hambre, de malos entendidos, se vuelven primitivos hasta cierto punto, comen papel, comienzan a drogarse para aliviar dolores, algunas comienzan a perder la razón e incluso llegan a morir dentro de la habitación.

Para esta reseña me reservaré contar del final y de cosas más peculiares que podrían arruinar la experiencia de la obra misma, pero me gustaría hablar de otros aspectos sobre El Ángel Exterminador.

La película si bien producida en México, no era lo que Buñuel realmente quería, él deseaba hacerla en Francia o Italia, países con «verdaderos burgueses», pues aunque su cast era el estereotipo blanco, parece que no lo satisfizo, tanto así, que diez años después él mismo creó un remake de esta película llamada Le charme discret de la bourgeoisie (El discreto encanto de la burguesía), esta vez sí producida en Francia, pero con algunos cambios con respecto a la trama original.

El Ángel Exterminador es considerado un clásico del director y del cine en general, aunque tampoco está a la par de Los Olvidados para algunos de sus seguidores, los simbolismos que se presentan en esta película siguen dando de qué hablar, principalmente porque no ha habido respuesta para ellos. Es el caso del uso de las ovejas. Aunque utilizadas para la comida al inicio y al final, también parecen ser un regalo divino, pues sin explicación alguna aparecen cuando más se les necesita y con ellos se realizan sacrificios propios del ocultismo. También se presenta un osezno, como mascota de Lucía y Edmundo, pero este parece ser más un chiste privado de Buñuel y sus amigos o solo un mero atractivo sinsentido.

Para finalizar, podemos decir que El Ángel Exterminador no es una película para todos, pero sí para aquellos que se quieren introducir al mundo surrealista de la cinematografía, que aunque al principio lenta, con el paso y desarrollo del mismo filme, la experiencia se vuelve cada vez más intrigante.

El Ángel Exterminador se encuentra en el lugar número 3 de Las 100 Mejores Películas Meixcanas según Sector Cine.

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