Ya no estoy aquí (2019) — Oda a la subcultura mexicana.

Uno de los mayores retos que enfrenta el cine mexicano en la actualidad (a excepción de las comedias románticas), es la distribución y las exhibición de los distintos filmes, pues son realmente pocos los que llegan a la pantalla grande de los diferentes cines la república, es decir, México es un país que por excelencia  no consume cine nacional, y esto se debe principalmente a factores como la pobreza, la desigualdad y la centralización,  sin embargo, plataformas de streaming como Netflix  también han fungido un papel importante en la promoción de producciones nacionales, y el ejemplo más claro de este año es sin duda la cinta Ya no estoy aquí del director mexicano Fernando Frías. La película se estrenó el año pasado en el Festival de Cine de Tribeca en Canadá, pero este 2020 llega a Netflix para convertirse en la cinta mexicana más a aclamada y recomendada por la crítica y los espectadores mexicanos .

Ya no estoy aquí relata la vida de un joven de 17 años llamado Ulises que vive en los barrios más peligrosos de la ciudad de Monterrey, donde es miembro de la tribu urbana “cholombiana” que se hace llamar “Los Terkos”, grupo que se caracteriza por fusionar elementos de la  cultura kolombiana con la de los «cholos» de Los Ángeles a través de las cumbias,los bailes, la vestimenta y los peinados. Dicho de otra forma, Ulises vive al día dando lo mejor de sí para los miembros de su subcultura, sin embargo, la vida del protagonista da un giro inesperado cuando por malos entendidos es obligado a escapar de su ciudad natal y emigrar a Nueva York. Ulises deberá enfrentar las barreras culturales en terreno  desconocido con ayuda de una joven inmigrante de origen chino llamada Lin.

La cinta se desarrolla en dos tiempos que se alternan, uno muestra el pasado de Ulises donde se representan los  rituales, las costumbres, la jerga y la convivencia de los kolombianos como comunidad, por otro lado, el presente de Nueva York  plantea problemáticas interesantes como la identidad, la migración, la nostalgia, la soledad, la asimilación cultural, la incomprensión y la añoranza del hogar; con ello la cinta no pretende heroizar o reivindicar a Ulises como miembro de esta subcultura, sino que intenta retratar la realidad de un joven mexicano que se niega a desprenderse de sus raíces y de aquello que lo conforma como regio y como «cholombiano». En otras palabras, más que identificarse ante los espectadores como una victima o un victimario de la situación, es un personaje verosímil que logra encarna la esencia de un grupo urbano.

Fernando Frías hace un gran trabajo recreando los diferentes escenarios donde se desenvuelve el personaje. En México, específicamente en esta comunidad regiomontana, se muestra un país azotado por la violencia desmedida y el narcotráfico durante el sexenio de Felipe Calderón, pues debido a este contexto el protagonista es impulsado a dejar el lugar de origen; no obstante, estos factores más que temas principales, son motivos constantes que conforman el día con día de una sociedad que está acostumbrada a la brutalidad y la delincuencia; por ende, sí está presente una denuncia social dentro del filme, pero la intención principal va más allá, ya que plantea cuestiones sobre lo qué significa ser inmigrante y lo que conlleva dejar atrás aquello nos conforma como identidades, por lo tanto, el espacio de Nueva York también cobra una caracterización particular; es una ciudad que se muestra en cada escena dominada por la minorías: los latinos, los negros, los asiáticos etc. en general, los inmigrantes, y pesar de ello, Ulises sigue siendo ajeno a esta vida porque no le interesa asimilarse culturalmente ni pertenecer a esta nueva colectividad, incluso se siente incomprendido aun con personas mexicanas o latinoamericanas. Por ende, la interacción con el personaje de Lin es el eje principal donde se desarrollan los choques culturales, pues aunque ambos comparten la misma condición de inmigrantes, Lin se muestra como una joven que ha asimilado la idiosincrasia y la vida norteamericana, y que por consecuencia es capaz de interesarse por las diferencias que mantiene con Ulises.

La presencia del tren también se convierte en un motivo que transmite la sensación de movimiento constante de un lugar a otro, específicamente en los momentos en los que se generan los intercambios culturales para representar metafóricamente el anhelo de regresar a casa.

Otro de los aspectos a sobresalir en Ya no estoy aquí es el montaje y la cinematografía, puesto que la mayoría de sus cuadros están hechos con una muy cuidada simetría y uso de los espacios. Lo podemos ver cuando «los Terkos» están en el edificio en construcción de Monterrey, o en aquellas escenas de planos abiertos que nos muestran los zapatos del grupo mientras tienen conversaciones. La luz, además, utiliza colores nacionales de vez en cuando, es decir, verde blanco y rojo, y lo podemos observar cuando Ulises sale de una fiesta con Lin y él figura el águila, o en este caso, el personaje representa a todo un país.

La música cumple un factor muy importante dentro de la película, pues recuerda el hogar y afloran los sentimientos de un pasado truncado. La música, principalmente, las kolombias rebajadas como dicen los personajes están abordadas por letras en su mayoría melancólicas o tristes que originan un espacio de reflexión y catarsis a partir de los pasos de baile que Ulises y sus amigos producen.

Como dijimos, Ya no estoy aquí se encuentra en Netflix y tiene casi ya un mes desde su estreno y ha dado mucho de qué hablar, pues es una propuesta distinta a lo que se nos vende comercialmente, podría ser bien, una película al estilo de Chicuarotes de García Bernal, pero con más corazón y amor hacia la cultura mexicana y sus subculturas.

Por último, es importante mencionar que esta cinta se realizó con ayuda del Instituto Mexicano de Cinematografía (IMCINE) y en particular del Estímulo Fiscal a Proyectos de Inversión en la Producción y Distribución Cinematográfica Nacional (EFICINE), este estímulo o programa, en fechas recientes, se vio en peligro de ser terminado por lo que es importante reconocer el trabajo y la importancia que tienen en obras cinematográficas importantes.

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