12 hombres en pugna

12 hombres en pugna (1957) — de Sidney Lumet

12 angry men o 12 hombres en pugna es una de las películas más reconocidas dentro de la cinematografía estadounidense, principalmente, por su excepcional guion, que usando una estructura de tiempo real, nos presenta el intenso debate de doce jurados que deben decidir si un joven irá a la cárcel o no, por una acusación de homicidio en primer grado. Los diálogos se desenvuelven de manera natural, en un intercambio constante de ideas y de prejuicios que te mantienen interesado hasta el final de la historia.

Estos doce miembros de la corte presenta una personalidad completamente distinta, con las que en tan solo unas frases, podemos inferir quiénes son y qué aportarán a la mesa. Pero también conforme a avanza la cinta, dan a conocer un poco más de sus vidas, y cuales son las motivaciones por las que guían sus opiniones. Estos personajes, que no tienen nombre en un inicio, solo están numerados del uno al doce, que de alguna manera los despersonaliza hasta que conocemos más de ellos. La mitad de ellos consisten en hombres pedantes que quieren imponer sus ideas y la otra mitad, hombres inseguros que se someten a los ideales de otros, pues temen a ser juzgados. Pero entre ellos, el jurado número ocho (Henry Fonda) remite a la duda razonable.

En la primera votación sobre el acusado, once de los hombres levantaron su mano para sentenciarlo, pero aquel hombre restante, se impuso. Sin saber si el chico era realmente culpable o no, él considera que al menos debe dialogarse un poco la situación, que el culpable no era más que un chico de 18 años, y más que eso, es una vida la que está en juego, y por tanto, la situación se debe discutir, más allá que acusarlo culpable inmediatamente.

Los once hombres entonces deciden convencer al único que se negaba. Y comienzan a dar sus motivos de por qué lo han votado culpable, el jurado número 2 no está seguro de su voto, solo fue convencido durante el tribunal. El tercero, un hombre de «hechos y lógica» nos da el escenario en el que ocurrió el homicidio, y para él está claro que el niño lo hizo.

Los hechos provistos por aquel hombre son los siguientes:

Un anciano (testigo) vivía en el piso justo abajo del cuarto donde el asesinato ocurrió. Diez minutos después de la medianoche escuchó ruidos fuertes: dijo que sonaba como una pelea. Y oyó al joven gritar: «te voy a matar». Un segundo después, oyó caer un cuerpo al piso. Corrió a la puerta, abrió, vio al chico bajar corriendo y salir de la casa. Llamó a la policía. Encontraron al padre con un cuchillo en el pecho. El médico forense declaró que la muerte ocurrió al rededor de la media noche.

Jurado n. 3

Otros hombres fuera de orden comienzan a declarar otros «hechos», como una mujer que vio desde el edificio del frente la silueta del joven apuñalar a su padre.

Pronto, el hombre de «hechos» se sensibiliza al pensar en su hijo a quien hace dos años no ve, debido a la crianza que él pensó era la adecuada, pero no lo suficiente para cambiar de opinión: su problema personal se seguirá imponiendo hasta el final. También se habló del contexto del acusado, de familia pobre y violenta, y algunos otros se sensibilizaron con él al haber vivido de la misma forma. Pero los hechos subjetivos y las dudas críticas siguen desenvolviéndose. Para la siguiente votación, ahora secreta, para evitar la presión social de los otros hombres, un hombre más se suma al «no culpable», teniendo que, una vez más, discutir los hechos y dialogar más para llegar a una conclusión que convenza a todo el grupo. Estas votaciones se siguen repitiendo, hasta encontrar una decisión unánime.

El decir «no lo sé», el no suponer, el seguir a los demás, el no tener un juicio propio y tomar todo lo que se dice por hecho abre camino para un pensamiento más crítico. El jurado número ocho invita a la reflexión del caso de una manera más empática y abierta, a pensar en todos los ángulos posibles de la situación antes de enviar a un niño a la muerte.

12 hombres en pugna, en su mayoría, está ambientada en un único salón con falta de aire acondicionado que comienza a descontrolar la actitud de cada hombre, es tal vez, un recurso del lenguaje cinematográfico que acompaña el carácter hirviente de estos hombres testarudos, y por tanto la lluvia que sucede cerca de la resolución de la obra, puede reflejar la agitación de los hombres más renuentes a cambiar de opinión, culminando en la apertura de los mismos para cambiar su decisión: el calor, que pasa a una agitada lluvia, que termina por aclarar el cielo, una vez que la decisión es tomada. Planos fueras de este salón se ven solo al inicio y al final: al principio para presentarnos el Palacio de Justicia de Nueva York y sus corredores hasta encontrarnos en el salón comentado, y al terminar, fuera de las puertas del Palacio cuando termina de llover.

12 hombres en pugna también critica el pensamiento de la naturaleza violenta e innata de las personas y sobre la incapacidad de ser siempre objetivo puesto que algunas circunstancias nos atraviesan de maneras más personales de las que deberían; es en sí, uno de los mejores guiones creados en la historia del cine, escrito por Reginald Rose, y con Sidney Lumet incorporando una cinematografía dinámica y entretenida, haciendo que aunque sea el mismo sitio siempre, nunca deje de ser interesante de observar .

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