First Man (2018) — Réquiem del hombre antes de la luna

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Existen muchos eventos que han cambiado el rumbo de la humanidad, uno de muchos ocurrió hace casi 50 años, una guerra silenciosa o más bien una competencia entre dos naciones para demostrar cuál era mejor que otra, gracias a la presión que los cosmonautas llegaron a imponer sobre Estados Unidos, la gran nación americana se sintió obligada a forzarse a llegar más alto que los demás.

El director de Whiplash y La La Land, Damien Chazelle, nos trae una nueva cinta, un biopic sobre uno de los personajes más importantes de la historia moderna, Neil Armstrong (1930-2012), el primer hombre en la luna.

Tal vez piensen que está solo es otra película sobre el espacio, como las que últimamente salen cada año y recaudan millones sin parar, pero se equivocan – esta película no es como las otras. Su enfoque, en realidad, no es el espacio, sino el contexto en el que se desarrolla el primer viaje a la luna, los problemas del pueblo con su nación en una subtrama pequeña, pero notable; y más importante aún, la vida del hombre que logró el viaje, sus pérdidas y su logro.

La película comienza con fuerza. Sin duda, Chazelle quería que sintiéramos el ritmo de lo espacial desde el inicio, con una secuencia de al rededor de 5 minutos, nos embarcamos dentro de una cabina espacial hacia la estratósfera, bajo los ojos de Neil, interpretado por Ryan Gosling, sufriendo su estrés e inquietud.

Sin embargo, y para bien, este no es el único de la película. Si bien comienza con gran intensidad, no es una película que te mantenga estresado, como lo fue Whiplash; pero tampoco pierde el interés.

La película, naturalmente dividida en tres actos, nos presenta una gama distinta de tonos en cada uno de ellos.Comenzando por el primero, tenemos un ritmo típico de películas en el espacio, tipo Interstellar o Gravity, sabes, desde el inicio, de qué va la película. Pero esto te traiciona, pues el viaje tiende a pasar a un segundo plano, ya que el protagonista no es el viaje, ni el Apolo, sino Neil. Entonces así, nos comprendemos en una narrativa inesperada, inquietante y más importante aún, humana.

Sin hacer mención de las cosas más intensas de la película, para evitar spoilers (aunque sea una biopic) podemos pasar al segundo acto, el que, al contrario de muchas o casi todas las películas de Hollywood, sienta el verdadero tono de la película; y, ahora sí, como siempre, es el más sustancial de todos los filmes. En este caso: La vida de Neil durante la preparación para el viaje a la luna.

En este segundo acto, comenzamos a conocer más al protagonista, a su familia, a sus colegas, y el tipo de relación que lleva con cada uno de ellos. En cuanto a estilo cinematográfico nos encontramos con muchísimos. Tenemos el típico cinematográfico estático; pero hay ocasiones en las que se graba con una cámara de Super 8mm, para tener ese tono antiguo, además de un grano sobreproducido que a veces se mira bien, y otra vez tiende a ser distractor, más si la cámara deja de ser estática y se usa en mano. Por otra parte, hay secuencias que, bellísimamente, imitan el de un homevideo con la cámara siguiendo a Neil por su casa jugando con sus hijos y conviviendo con su esposa. También, otro aspecto notable pero que dura menos tiempo, es el estilo tipo Sitcom que sucede dentro de Houston, con movimientos rápidos de cámara, en esos momentos graciosos y amenos que ofrece la película.

Sobre su trama en este segundo acto, nos topamos con un Neil, al principio, triste, pero motivado a seguir adelante, que poco a poco, comienza por confundirse su pasión por un obsesión, leit motive de Chazelle, probablemente, puesto que en todas sus películas nos muestra a un personaje así. Debido al sentido más documental sobre la vida del astronauta, este acto es el menos estresante, con un ritmo distinto al acto anterior, y un desarrollo más tranquilo, pero sustancial.

Por último, el tercer acto, comienza con otra tragedia. La cordura de Neil se ve inestable, pero aferrada a un propósito. Este acto, es el más pequeño, pero que también tiene sus distintos tonos. Siguiendo con el estilo de 35 mm, al llegar casi al final, se da la oportunidad de utilizar IMAX, pero su uso es bastante decepcionante debido al tiempo que se le dio – es por esto que no recomendamos verla en este tipo de sala. Nos encontramos ya, con el objetivo cumplido. Han llegado a la luna, pero remarcando que esto  no es lo importante, en medio de esta secuencia, vemos un montaje de los recuerdos de Neil, él por qué llegó a dónde está y todo lo que ha pasado para poder lograrlo. Neil es el primer hombre en la luna, pero más allá de eso, es una persona.

La fotografía puede no sobresalir mucho – Ya sea por sus constantes movimientos o el ritmo tan rápido que posee – pero como sello del cinematógrafo Linus Sandgren, con quien Chazelle ya había trabajado en La La Land, la fotografía tiene encuadres bellísimos, simétricos, llenos de vida y toda la cinta esta reducida a la paleta de colores de un Kodacolor, esta paleta busca implantarnos la idea de que estamos en los 60, y no solo eso, que esta es la vida de una persona, son sus memorias.

Como todo director de alto nivel, Chazelle ya ha formado su propio equipo de realizadores, uno de los más importantes es Justin Hurwitz, compositor con el que ha trabajado desde Whiplash. En esta ocasión, Hurwitz se aleja del jazz y opta por una banda sonora rica en la inclusión del theremin, instrumento que generalmente se usa para ciencia ficción y antiguamente para películas de terror. El theremin es conocido por muchos como un instrumento alienígena, y el que First Man se musicalice con él, no solo busca alimentar una historia fuera de este mundo, sino que fue una decisión tomada por Chazelle, pues Neil Armstrong tocaba ese instrumento.

Dentro del equipo de Chazelle se instauro el actor Ryan Gosling, quien protagonizo tambien La La Land (2016). Gosling nos muestra otro rostro muy diferente a los que suele interpretar, sus emociones desaparecen por completo, e interpreta a este hombre que se prohibe sentir algo de una forma que aunque a muchos no guste es maravillosa. Claire Foy interpreta a Janet Armstrong, la esposa del astronauta, y no deja que desear, su actuación es brillante, llena de humanidad y es el perfecto contraste al personaje de Gosling y no deja de impresionar por lo real que se siente.

First Man es un proyecto tan inusual y especial como sus antecesores, y extiende el panorama que muchos hemos tenido estos ultimos años sobre el misterioso héroe de la NASA. Esta no es solo una obra sobre una gran aventura, es también el retrato de una figura como persona y su familia.

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