Lost in Translation (2003) — La monotonía de las relaciones

Lost in Translation es una película del 2003, dirigida por Sofia Coppola (María Antonieta) y que, probablemente, se ha convertido en su obra más conocida a nivel mundial al haber estado nominada a varios premios Oscar y logrando ganar el de Mejor Guion Original.

Lost in Translation nos cuenta la historia de Charlotte y Bob Harris —interpretados por Scarlett Johansson y Bill Murray—. Charlotte es una joven estudiante de filosofía que se ha casado recientemente y viaja a Tokio para acompañar a su esposo, quien es fotógrafo, en un viaje de trabajo; por otro lado, Bob, un actor ya de una edad considerable y reconocido internacionalmente, está haciendo una gira promocional de un producto en la cual él es la imagen principal. De esta manera, Bob y Charlotte coincidirán y encontrarán en el otro un salvavidas para la soledad y el vacío que sienten en sus vidas.

Scarlett Johansson (Charlotte) y Bill Murray (Bob) en Lost in Translation (2003)

La película explora distintos temas, pero siempre teniendo en el centro las relaciones interpersonales y cómo estas nos pueden hacer que nos sintamos en un hoyo o, por el contrario, liberados. Por una parte, nos muestra a Charlotte quien no encuentra la manera de comunicarse con su esposo ni con sus amigos y hacerles entender lo mal que está y toda la soledad que siente al encontrarse tan lejos de casa y con tan poca compañía. En otros momentos, nos enseña cómo para Bob, pese a ya haber vivido situaciones así anteriormente, también resulta en extremo aburrido y, hasta cierto punto, agobiante el no entender a ninguna de las personas con las que convive y no comprender el entorno que lo rodea.

Es así como, por azares del destino, ambos se encuentran en el bar del hotel en el que se hospedan y comienzan a entablar conversación. Ambos se sorprender de tener una plática sencilla y un humor similar y, aunque ninguno de los dos lo dice con palabras, reconocen en el otro las mismas dolencias que los aquejan. De esta manera se comienza a convivir a menudo y se forja una amistad peculiar que, conforme avanza todo, comienza a presentar señales de un romance que los pondrá a cuestionarse varias cosas.

Además de una premisa por demás interesante y no tan abordada por aquellos tiempos, encontramos que la película cuenta con una producción bastante buena; destacando el manejo de cámara que opta por tonos grises y apagados y con tomas abiertas que nos hacen entender que nuestros personajes se sienten pequeños y solos pese al estar rodeados del bullicio de la cuidad y de gente que no habla su mismo idioma o con quienes no comparten cultura, y optan por usar tomas cerradas de ellos dos cuando están juntos para demostrarnos cuan cómodos se sienten cuando están cerca y logran transmitir intimidad. En conjunto con lo anterior, la banda sonora también nos transmite mucha melancolía o júbilo cuando la situación lo requiere —como la parte de la persecución nocturna y el karaoke—.

En resumen, Lost in Translation es una película muy personal y melancólica que nos habla sobre las relaciones en general, no solo de las relaciones de pareja; se apoya mucho en unas actuaciones sólidas y disfrutables, así como en una cinematografía y banda sonora impecables. Sin embargo, puede llegar a ser pesada por los temas que aborda y la manera en que lo hace; por momentos nos hace sentir igual de desorientados que los personajes y logra transmitirnos angustia, pero al final nos deja con un aire nostálgico y muchas cosas para reflexionar. Completamente recomendable.

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